El proyecto que se inició en 2008 se realizó en siete zonas rurales abarcando un total de 2400 personas, en su mayoría miembros de la comunidad Qom.
Tras siete años de trabajo en conjunto entre científicos de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el CONICET, servicios de salud y municipios con comunidades indígenas del Chaco se logró reducir el porcentaje de viviendas infestadas por la vinchuca (Triatoma infestans), el principal insecto vector de la enfermedad de Chagas, del 31% inicial a menos del 1%.
La primera autora del estudio, la doctora María Sol Gaspe, investigadora del Laboratorio de Eco-Epidemiología que depende de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la UBA, y el Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA-CONICET), manifestó: «Ciertos procesos como la movilidad de los hogares y el mejoramiento de las viviendas representan desafíos adicionales para los programas tradicionales de control en áreas endémicas. Esto significa que resulta imprescindible considerar los aspectos sociodemográficos y culturales al momento de diseñar e implementar este tipo de intervenciones para lograr resultados sostenibles».
El proyecto que se realizó en siete comunidades rurales de Pampa del Indio, una localidad que limita con la provincia de Formosa y que se encuentra a 215 km de Resistencia, abarcó casi 500 viviendas habitadas por 2.400 personas, en su mayoría, miembros de la comunidad Qom.
Gaspe destacó que a partir de la implementación de este programa se suprimió el riesgo de transmisión vectorial del Trypanosoma cruzi, parásito causante de la enfermedad de Chagas.
«Nuestros resultados corroboran el potencial de la vigilancia basada en el trabajo con la comunidad a la vez que muestran la necesidad de potenciar las capacidades locales, incluyendo la participación protagónica de los agentes sanitarios, las escuelas y otros líderes comunitarios», declaró Gaspe a la Agencia CyTA.
El proyecto que se inició en 2008 incluyó la aplicación de un aerosol irritante en las casi 500 viviendas marcadas por un contexto social vulnerable de las poblaciones indígenas. En la mayoría de los casos el proceso implicaba la destrucción y reconstrucción de sus viviendas precarias. «Esto afecta directamente a las poblaciones de vinchucas al modificar la disponibilidad de refugio y fuentes de alimento», expresó Gaspe.
Del estudio también participaron Ricardo E. Gurtler, Yael M. Provecho y María del Pilar Fernández, del CONICET y de la FCEN-UBA; Claudia Vassena, del Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas (CIPEIN-CONICET) y de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA; y Pablo Santo Orihuela, del CIPEIN-CONICET y de la Universidad Nacional de San Martín.